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Cueva de El Castillo

Cueva de El Castillo

Identificación del bien

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Monte Castillo, Puente Viesgo, Cantabria

Acceso

Desde el centro de la localidad de Puente Viesgo (en la N-623), junto al aparcamiento central de la villa, se toma la carretera CA-703 que asciende al Monte Castillo y que finaliza en un área de aparcamiento desde donde se accede a pie hasta el centro de interpretación y acogida de visitantes, emplazado delante de la cueva.

Coordenadas geográficas

UTM 30T 421800E / 4793925N – Z: 190

Descripción

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Descripción topográfica

El Monte Castillo es una colina caliza de forma cónica que constituye la estribación más oriental de la Sierra del Escudo de Cabuérniga, formación que separa la llanura costera y los valles interiores del occidente de Cantabria. Se levanta sobre la margen izquierda del río Pas y domina una amplia vega fluvial en el inicio del “bajo Pas”, así como un paso natural desde este valle hacia la cuenca del Besaya.

La topografía de la cueva se compone, básicamente, de un gran abrigo y una zona interior. La visera exterior de la cueva se fue desplomando en el Pleistoceno, afectando la caída de bloques a los niveles arqueológicos, cuya extensión se ha ido restringiendo hacía el fondo del vestíbulo. Ésta se articula a partir de una enorme sala de entrada, con su zona central ocupada por grandes bloques desprendidos, de la cual parte una galería principal en dirección NE y otros corredores de menor tamaño. La peculiar organización topográfica de la “Gran sala” determina asimismo la existencia de numerosos espacios fragmentados, nichos y pequeños conductos, que juegan un papel importante en la distribución del arte rupestre. Su longitud total es de 759 m, con un desnivel de -16 m.

Fecha de descubrimiento

El yacimiento arqueológico y el arte rupestre de la cavidad fueron descubiertos en 1903 por Hermilio Alcalde del Río.

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Investigación arqueológica

Tras la exploración realizada en la cavidad por H. Alcalde del Río, se desarrollaron trabajos de excavación intensiva del yacimiento arqueológico entre 1910 y 1914. Fueron sufragados por el Institut de Paléontologie Humaine (París) y dirigidos por H. Breuil y H. Obermaier llegándose a excavar en el vestíbulo hasta una profundidad aproximada de 18 m. El resultado de estos trabajos fue la documentación de uno de los yacimientos arqueológicos paleolíticos más importantes de Europa, con una amplia secuencia que incluye niveles del Paleolítico Inferior, Paleolítico Medio, Paleolítico Superior, Aziliense, Mesolítico y Prehistoria reciente. Sin embargo, la gran secuencia estratigráfica y los abundantísimos materiales recuperados no fueron publicados en su momento, más allá de pequeñas reseñas en L’Anthropologie. Muchos años después, en los años setenta del siglo pasado, la documentación arqueológica generada por esos trabajos ha sido estudiada por V. Cabrera Valdés, quien ha publicado la primera gran monografía de conjunto acerca del yacimiento arqueológico. Además, a partir de los años 80, esa investigadora retoma los trabajos de excavación en el sitio, que han proseguido sin interrupción hasta la actualidad. Pueden citarse también otras aportaciones al conocimiento del registro arqueológico de El Castillo, especialmente a su tramo más reciente, por parte de J. González Echegaray (1951) o R. Ontañón Peredo (2000).

En cuanto a las manifestaciones artísticas, la cueva de El Castillo fue incluida en el estudio de H. Alcalde del Río sobre las cavernas decoradas de la entonces provincia de Santander (1906), y más tarde analizada en la magna obra del propio Alcalde del Río, H. Breuil y L. Sierra Les Cavernes de la Région Cantabrique (1911). En la década de los años 30, la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas desarrolló varias campañas de estudio y reproducción de las pinturas y grabados de esta cueva, bajo la dirección del Conde de la Vega del Sella, con F. Benítez Mellado como responsable de la ejecución de los calcos y copias. Entre 2003 y 2016, un equipo dirigido por Marc Groenen ha realizado una revisión integral del arte parietal de la cavidad, gracias a la cual el número de representaciones conocidas se ha incrementado exponencialmente. En los últimos años se han realizado en El Castillo otros trabajos de documentación del arte rupestre por parte de equipos nacionales e internacionales.

Contenidos artísticos: pinturas, grabados

El arte parietal de la cueva de El Castillo está constituido por más de tres mil unidades gráficas que se distribuyen a lo largo del recorrido de la cavidad, configurando uno de los conjuntos rupestres más importantes del mundo. En su distribución dentro del espacio hipogeo se pueden definir varias áreas donde se concentran grupos de representaciones que conforman distintos núcleos de decoración. Algunos fueron ejecutados en un solo periodo; otros, especialmente significativos para las comunidades del Paleolítico superior, acumulan representaciones ejecutadas en distintos episodios del ciclo artístico paleolítico. Se resumen a continuación las más relevantes:

En el sector denominado “entrada gravetiense” se documentan grabados simples y profundos con representaciones animales y geométricas que se adscriben a momentos premagdalenienses.

En la gran sala, inmediata a la entrada, se conocen decenas de figuras pintadas y grabadas, de cronología pre y magdaleniense, las primeras considerablemente deterioradas por su exposición al ambiente exterior. Se ha documentado aquí un magnífico conjunto de figuras de ciervas grabadas con la técnica de trazo estriado, idénticas a otras que decoran varias escápulas recuperadas en los depósitos del Magdaleniense inferior del magnífico yacimiento arqueológico situado en el vestíbulo. También se han localizado en este sector representaciones antropomorfas esquemáticas pertenecientes a un ciclo artístico postpaleolítico.

En la parte derecha de ese gran espacio, a una cota más baja y detrás de un derrumbe de enormes bloques, se encuentra el “panel de las superposiciones” donde Breuil pudo estudiar todo el desarrollo de la actividad artística paleolítica en la cavidad, desde manos en negativo a figuras de bisontes, idénticas en su estilo y técnica de ejecución a los “polícromos” de Altamira, superpuestas a otras representaciones de animales de gran tamaño en color teja, entre las que destacan un bisonte dispuesto en vertical y un caballo que, a su vez, se sobreponen a otras figuras de menor formato pintadas en rojo más oscuro.

Más hacia el interior, en el arranque de una galería baja, se localizan el “gran panel de las manos” -un impresionante conjunto de manos en negativo, signos geométricos y figuras animales pintadas y grabadas- y, tras este, el llamado “rincón de los tectiformes”, un extraordinario conjunto de signos complejos, cuadrangulares y a base de hileras de puntos.

En una gran sala donde se abre la galería principal de la cueva hay un bisonte pintado y grabado en disposición vertical sobre una gran estalagmita aislada. En el mismo espacio se sitúan series de puntuaciones, un gran signo cuadrangular en rojo y, a una cota elevada sobre la galería, dos grandes bisontes pintados con trazo de contorno en negro; otro signo cuadrangular y una “máscara” también en negro se localizan en un estrecho divertículo inmediato.

Después de atravesar varias salas enormes con menor carga decorativa se accede a la “galería de los discos”, otro lugar esencial en la cueva. Aquí, tras una pequeña cabeza de bóvido que marca el acceso, puede admirarse una larga serie de grandes discos en rojo, junto con signos lineales y geométricos del mismo color, que jalonan el desarrollo de la galería, rematados por una mano en negativo y, más adelante, una figura de mamut.

La decoración de los sectores más profundos de la cueva está dominada por las series de puntuaciones y discos de color rojo, además de algunas figuras grabadas en el suelo arcilloso.

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Galería final: una mano en negativo, una pequeña cabeza de bóvido y una larga serie de grandes puntuaciones o discos en rojo, junto con signos lineales del mismo color, que jalonan el desarrollo de la galería.

Hay en la cueva, además, otras representaciones de problemática definición, como el posible mamut de la galería final. Se ha documentado también un conjunto de ciervas grabadas con trazo estriado en la galería superior. Por otro lado, se han localizado figurillas humanas esquemáticas atribuibles a un ciclo artístico postpaleolítico.

Bibliografía

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